Ella misma se convirtió en su último experimento y acabó dejando su profesión para dedicarse al póker. La psicóloga experimental Maria Konnikova, de 34 años, quiso investigar sobre la suerte y la toma de decisiones y se adentró en el universo de los juegos de azar. En cuestión de un año, esta graduada por la Universidad de Columbia divulgadora científica en The New Yorker llegó a ganar más de 200.000 dólares en premios en torneos de póker. Incluso ha participado en una de las competiciones más importantes del mundo: el Poker Stars.
En una entrevista a The New York Times , Konnikova explica que ha decidido tomarse un año sabático de su trabajo como redactora científica en The New Yorker porque en una de sus investigaciones llegó a la conclusión de que “el póquer era el análogo perfecto, una combinación de habilidad y oportunidad”. “Decidí que era el camino a seguir”, sentencia.
Reconoce que cuando se sentó por primera vez frente al tapete ni siquiera sabía cuántas cartas había en una baraja. “Odio los casinos. Tengo cero interés en apostar”. Su afán por descubrir el funcionamiento de la psicología en este ámbito, sin embargo, la llevó a conocer a uno de los mejores jugadores el mundo, Erik Seidel, quien aceptó ser su entrenador. Poco tiempo después, ganaba en su primer torneo un premio de más de 2.000 dólares.
Erik Seidel junto a Konnikova
“He estado estudiando, jugando, viviendo, respirando póker de ocho a nueve horas por día. ¡Cada día! Cuando estoy entre eventos y en Nueva York, estoy leyendo, viendo videos o reproduciendo en vivo a muy buenos jugadores”, detalla la psicóloga.
Reconoce que en su carrera como jugadora de póker profesional ayudó su doctorado sobre el exceso de confianza y la toma de decisiones arriesgadas, y que uno de los conflictos a los que ha debido hacer frente son los estereotipos sobre la mujer en los torneos. “No me ven como un jugador de póker, me ven como una jugadora de póker femenina”, lamenta, y explica que cuando algún jugador trata de intimidarle les deja y espera “estar en una buena posición para poder tomar sus fichas. Como en la vida”.
Sobre si continuará dedicándose al póker y dejará su trabajo en el The New Yorker, Konnikova asevera que “nunca” va a dejar de escribir. Y se plantea: “¿Por qué no puedo hacer ambas cosas? Amo el póker. ¿Por qué me detendría?”
Fuente: lavanguardia.comSaludos Cordiales,
Staff CHILEALLIN.com